sábado, 13 de agosto de 2011

Crítica “La Nación” de Yo adivino el parpadeo



Emotiva historia de dos bailarines, víctimas de un desencuentro
Viernes 17 de junio de 2011 | Publicado en La Nación Espectáculos, edición impresa.

Autor: Guillermo Camblor / Intérpretes: Rubén Stella, Carolina Papaleo / Dirección: Julio Baccaro / Sala: Carlos Carella (B. Mitre 970) / Funciones: viernes, a las 21; sábados, a las 21.30.
Nuestra opinión: muy buena

Es una historia pequeña, pero emotiva, que moviliza la nostalgia, no por otros tiempos del pasado, sino por los personajes que pertenecen al imaginario porteño y que logran reunir en sí mismos dos épocas, fácilmente reconocibles para varias generaciones.
Los protagonistas son un hombre y una mujer que parecen ser víctimas de un desencuentro del que son responsables, pero del que también reniegan. Son una pareja de bailarines de tango que, después de una convivencia, se separaron veinte años atrás por diferentes motivos. Los de él se relacionaban con la posibilidad de bailar en el exterior y alcanzar la fama tan deseada. Los de ella, más íntimos y personales, relacionados aparentemente con su entorno afectivo.
El reencuentro quiebra el dique emocional y da pie a los reproches, especialmente por parte de ella, que permiten recrear la historia común como si fuera un rompecabezas que, a medida que se va armando, se van descubriendo los sentimientos que permanecían aletargados y que reviven.
Guillermo Camblor elabora esta obra con un lenguaje muy cuidado y enriquecido con localismos que integran el vocabulario porteño, pero además, con diálogos precisos que permiten describir finamente la personalidad de cada personaje.
Es lo que hace que Carolina Papaleo se luzca en esta composición, compleja por la variedad de facetas que presenta y que resuelve con acierto al ir marcando las transiciones de una mujer que lucha contra sí misma al enfrentar sus sentimientos con los rencores del pasado. Un trabajo realmente notable. Idéntico al que realiza Rubén Stella al componer con valiosos matices al bailarín de tango que vuelve, no vencido por la vida, sino con muchas nostalgias por los recuerdos de una época probablemente más dura, pero al mismo tiempo más rica en afectos. Realmente, un personaje muy conmovedor.
Se nota en estos resultados la mano de Julio Baccaro en la dirección de actores, al rescatar sutilezas de las interpretaciones e imprimir un ritmo en el cual también tienen mucho que ver los silencios con una potente carga dramática.
El responsable de la vistosa y elocuente escenografía (cuyo nombre no figura en el programa de mano) recrea con minuciosidad el entorno que identifica a los personajes, enriquecido con la música de Ricardo Badaracco, en bandoneón, y Claudia Incze y Lucas Gou, en el baile, quienes en conjunto forman el marco adecuado para esta entrañable historia de amor que alguna vez pudo ser.
Susana Freire
Fuente: www.lanacion.com.ar 

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